NOMBRE COMPLETO: Rumanía
CAPITAL: Bucarest
FORMA DE GOBIERNO: República
SUPERFICIE: 238.391 km2
HABITANTES: 19.405.000 habitantes
IDIOMA OFICIAL: Rumano (de origen latino). Minorías emplean húngaro, alemán y romaní.
RELIGION: Hay una mayoría ortodoxa (81,9%), diferentes denominaciones protestantes (6,4%) y una minoría católica (4,3%), así como reducidas comunidades musulmanas y judías.
MONEDA: Leu
ELECTRICIDAD: Voltaje común es 230 V. La frecuencia es 50 Hz.
Algunos datos interesantes sobre Rumanía:
Principales zonas turísticas y lugares de interés:
Geografía:
Historia:
El territorio de la actual Rumanía estuvo habitado durante miles de años por varias tribus del Neolítico y la Edad de Bronce, como los cucuteni, que prosperaron del 6000 al 3500 a.C. y dejaron una hermosa cerámica.
Hacia el s. VII a.C., los griegos fundaron colonias comerciales por el mar Negro en Callatis (Mangalia), Tomis (Constanza) e Histria. En el s. I a.C., las tribus dacias constituyeron un estado liderado por el rey Burebista, para contrarrestar el poder del Imperio romano. El último monarca dacio, Decebal [87-106 d.C.], consolidó el estado pero fue incapaz de repeler los ataques del emperador Trajano entre los años 101 y 102 d.C., y Dacia terminó por convertirse en una provincia romana.
Tras la derrota de los turcos en la Batalla de Mohács en Hungría, en 1687, la región de Transilvania pasó a manos de los Habsburgo, mientras que buena parte de Valaquia y Moldavia permanecieron (con cierta autonomía) bajo el poder otomano.
El s. XVIII marcó el comienzo de la lucha de los rumanos transilvanos por su emancipación política. En 1784, tres siervos llamados Horea, Cloşca y Crişan encabezaron una gran sublevación contra el dominio húngaro. El levantamiento fue sofocado y dos de sus instigadores, ejecutados. Pero no todo fue en vano: en 1785, el emperador Habsburgo José II abolió la servidumbre en Transilvania (por entonces húngara).
El s. XVII en Valaquia, bajo el reinado de Constantino Brancovan [1688-1714], fue un período de renacimiento cultural. En 1775, Bucovina, parte del territorio norte de Moldavia, fue anexionada por el Imperio austrohúngaro, y, en 1812, Rusia le arrebató el territorio oriental de Besarabia (gran parte del cual integra la actual República de Moldavia). Tras la guerra ruso-turca de 1828-1829, Valaquia y Moldavia se convirtieron en protectorados rusos, pese a, en teoría, pertenecer al Imperio otomano.
Rumanía salió bastante beneficiada de la I Guerra Mundial. Pese a haber firmado una alianza secreta con el Imperio austrohúngaro en 1883, Rumanía empezó como país neutral. En 1916, tras recibir presiones de los aliados occidentales, el Gobierno rumano declaró la guerra al Imperio austrohúngaro, siendo el premio la anexión de Transilvania.
La derrota del Imperio austrohúngaro en 1918 allanó el camino para la creación de la Rumanía moderna. Por medio de acuerdos, el país consiguió anexionarse Besarabia (la región al este del río Prut perteneciente a Moldavia hasta 1812), así como la parte de Bucovina que había sido arrebatada por los austrohúngaros en 1775, una porción del Banato y, finalmente, Transilvania. Tras el fin de las hostilidades, Rumanía había más que duplicado su territorio y su población (de 7,5 a 16 millones de hab.). La adquisición de nuevas tierras se ratificó en 1920 en virtud del Tratado de Trianon, motivo tradicional de resquemores entre los húngaros.
En los años que precedieron a la II Guerra Mundial, Rumanía intentó aliarse con Francia y Gran Bretaña, y se unió a Yugoslavia y Checoslovaquia en lo que se conoció como la “Pequeña Entente”. Asimismo, firmó el Pacto de los Balcanes con Yugoslavia, Turquía y Grecia, y reestableció las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Estas iniciativas se vieron socavadas por la política de apaciguamiento ante Hitler promovida por las potencias occidentales y por el propio Carlos II de Rumanía, sucesor de su padre, Fernando I. Los partidos de extrema derecha se opusieron a la creación de un régimen democrático, en particular la Liga Antisemita de la Defensa Nacional Cristiana, germen de la Legión de San Miguel Arcángel en 1927. Esta notoria facción disidente, más conocida como la Guardia de Hierro, de ideología fascista, estaba liderada por Corneliu Codreanu, y hacia 1935 dominaba el panorama político nacional.
A finales de 1989, mientras el mundo contemplaba la caída de un régimen comunista tras otro, parecía solo cuestión de tiempo que le llegara el turno a Rumanía. Pero la Revolución rumana se llevó a cabo con pasión e intensidad latinas: de todos los países del bloque soviético, fue el único donde la transición del gobierno implicó la ejecución del líder anterior. Los acontecimientos se precipitaron el 15 de diciembre de 1989, cuando el padre László Tökés condenó públicamente al dictador desde su iglesia húngara de Timişoara, instando a la Iglesia reformada de Rumanía a derrocarle. Fueron en vano los intentos de la policía por detener a los feligreses que se manifestaban y, en cuestión de días, la agitación se había extendido por toda la ciudad, con un balance de 115 muertos. Ceaucescu aplicó la ley marcial en el barrio de Timiş y desplegó tropas para sofocar la revuelta. El momento decisivo tuvo lugar el 19 de diciembre, cuando el Ejército se puso del lado de los manifestantes en Timişoara.
El 21 de diciembre, opositores a Ceaucescu interrumpieron en Bucarest un discurso de este ante manifestantes afines con abucheos y al grito de “¡Timişoara!”. Este momento suele considerarse un punto de inflexión clave en la historia del país: los opositores se retiraron a un gran bulevar entre Piaţa Universităţii y Piaţa Romană y, 2 h después, fueron atacados por la policía. Empapados por el agua de las mangueras, levantaron barricadas ante la mirada de la prensa occidental que se hallaba en el cercano Hotel Inter-Continental. A las 23.00, la policía comenzó el asalto con un tanque al frente, y al anochecer, la plaza se encontraba limpia de desperdicios y de cadáveres de insurrectos. Los cálculos varían, pero como mínimo fueron asesinadas 1033 personas.
A la mañana siguiente, miles de manifestantes tomaron las calles y se decretó el Estado de emergencia. En torno al mediodía, Ceaucescu reapareció en el balcón de la sede del Comité Central para tratar de arengar a las masas, pero tuvo que huir en helicóptero. El matrimonio fue detenido cerca de Târgovişte y llevado a una base militar cercana. El 25 de diciembre fueron condenados por un tribunal anónimo y fusilados. En la televisión emitieron imágenes de sus apartamentos de lujo en las que podían verse balanzas de cocina de oro macizo y, en el dormitorio de Elena, hileras de zapatos tachonados de diamantes.
Aunque estos acontecimientos respondían a las características de una revuelta popular, muchos estudiosos sostienen que fueron consecuencia de un golpe de Estado, pues el Partido Comunista, cansado de acceder a las exigencias de Ceaucescu, llevaba meses planeando su deposición. Tras la caída del dictador, enseguida ascendieron al poder miembros de la cúpula comunista, que se autodenominaron “Frente de Salvación Nacional” (FSN). Así pues, no fue hasta el 2004 que el país estuvo gobernado por un presidente que no hubiera sido antes alto cargo del Partido Comunista.
El futuro se antojaba muy incierto en los turbulentos años inmediatamente posteriores a la Revolución de 1989. El FNS no tardó en ponerse al frente del país. En mayo de 1990 ganó las primeras elecciones democráticas desde 1946, elevando a la presidencia a Ion Iliescu, miembro del PC desde los 14 años. Se produjeron protestas, pero Iliescu envió 20 000 mineros para reprimirlas violentamente. Pese a todo, fue reelegido en 1992 como líder de un Gobierno de coalición, esta vez bajo la bandera del Partido Socialdemócrata (PSD). Nuevos nombres, idénticas políticas: nada inducía a pensar en la reforma del mercado. En 1993 se retiraron los subsidios a la comida, el transporte y la energía, lo que propició el aumento de la inflación y el desempleo.
Iliescu fue destituido en las elecciones presidenciales de 1996 por una población empobrecida, que depositó su confianza en Emil Constantinescu, líder del partido de centro-derecha Convención Democrática de Rumanía (CDR). El Gobierno de corte reformista de Constantinescu situó entre sus prioridades la entrada del país en la OTAN y en la UE, junto con aceleradas reformas económicas estructurales, la lucha contra la corrupción y la mejora de las relaciones con los países vecinos, sobre todo Hungría.
Las elecciones de noviembre del 2000 estuvieron salpicadas por los escándalos y la corrupción. En mayo de ese año se desplomó el Fondo Nacional de Inversiones (FNI). Miles de inversores –en su mayoría jubilados que habían depositado los ahorros de toda su vida en los fondos del Gobierno– se echaron a la calle para pedir su dinero (47,4 millones de US$) dilapidado por el FNI.
Tras la negativa de Constantinescu a presentarse a las elecciones del 2000, Iliescu volvió a detentar la presidencia al frente del PSD, esta vez en un Gobierno en minoría con Adrian Nastase como primer ministro. Los comicios del 2004 estuvieron enturbiados por acusaciones de fraude electoral; se celebraron dos rondas de votaciones antes de que el político de centro-derecha y exalcalde de Bucarest Traian Băsescu se impusiera con el 51% de los votos. El líder del Partido Nacional Liberal (PNL), Călin Popescu-Tăriceanu, se convirtió en primer ministro y juró el cargo al consumarse una nueva colación que excluía al PSD.
El principal objetivo del Gobierno fue la integración del país en organismos internacionales, principalmente la UE. En el 2002, Rumanía fue invitada a formar parte de la OTAN, y en el 2007 finalmente se produjo su ingreso en la UE (junto con Bulgaria), tras retrasos relacionados con el historial del país en materia de crimen organizado, corrupción y deficiencias en seguridad alimentaria. Aun así, Bruselas continuó siendo un gran valedor de la causa rumana para su ingreso en la UE y ha concedido miles de millones de euros para mejorar sus infraestructuras, tejido empresarial y servicios sociales, y proteger su medio ambiente.
Băsescu renombró al líder del PDL, Emil Boc, primer ministro en diciembre del 2009, tras lo cual se formó un Gobierno de coalición entre los demócratas-liberales y la Unión Democrática de Húngaros en Rumanía (UDMR). Boc dimitió en el 2012 ante las protestas callejeras y la creciente presión de la oposición para lograr la convocatoria de elecciones anticipadas. Le siguió brevemente en el cargo Mihai Răzvan Ungureanu, posteriormente derrotado por Victor Ponta, líder del PSD, en coalición con el PNL.
La unión de Băsescu y Ponta fue pedregosa. Este último acusó al primero de vulnerar la Constitución, pues, según él, había presionado a los fiscales y abusado del control de los servicios secretos. Băsescu, a su vez, acusó a Ponta de organizar un golpe de Estado. En el verano del 2012, Ponta promovió la convocatoria de un referéndum para destituir a Băsescu. Pero fracasó, pues la participación fue inferior al 50%.
Ponta se vio sacudido por numerosos escándalos y. Băsescu se mantuvo en el cargo hasta el final de la legislatura, en el 2014. Ponta se presentó como su sucesor, pero fue derrotado por el candidato de centro-derecha, Klaus Iohannis. En cualquier caso, la carrera política de Ponta terminó al ser obligado a dimitir en el 2015 tras el incendio de la discoteca Colectiv en el que murieron más de 60 personas.
Iohannis, exalcalde de Sibiu de origen étnico alemán, basó su campaña en el tema de la lucha contra la corrupción y logró el apoyo abrumador de los jóvenes. Su primera medida fue lanzar una ambiciosa campaña contra la corrupción, lo que supuso el encarcelamiento de alcaldes, jueces y empresarios de todo el país.
Cultura:
Gastronomía:
Ciorbă: Es un plato que nunca puede faltar en una mesa rumana, la Ciorbă, pronuciado chorba, es una sopa más consistente que puede llevar pollo, ternera, pescado, verduras. Las sopas suelen acompañarse de una guindilla verde en crudo o encurtida y de smântâna, pronuciada “esmantena” (una nata gruesa y un poco agria con la textura del yogurt). Las más curiosas para los que visitan el país por primera vez son: Ciorbă de burtă (sopa de callos) que contiene trozos de tripas de ternera. Es muy sabrosa y se dice que mano de santo tras una buena noche de fiesta. Ciorbă de perişoare (sopa de albóndigas). Las albóndigas están hechas con carne picada y arroz. Una de las que más gusta a los turistas es la Ciorbă de Fasole cu Ciolan (judias con jamón ahumado o tocino) parecido al potaje de judias pero más caldoso que en algunos lugares se sirve dentro de un pan de hogaza hueco a modo de plato.
Sarmale: El sarmale es el protagonista de las celebraciones rumanas. En Navidad, en Semana Santa, en bodas y bautizos. Es un preparado que suele cocinarse en grandes cantidades y para varios comensales. Es laborioso de preparar pero resulta un plato exquisito. Se trata de una hoja de repollo o vid en salmuera en la que se enrolla, como si de un puro se tratara, una mezcla de arroz, cebolla y carne. Posteriormente los rollos se ponen a hervir en una olla grande tradicionalmente de barro o en el horno dependiendo de la costumbre de cada cual. Se sirven acompañados de mămăligă y smântână.
Mămăligă: La mămăligă puede considerarse el pan rumano o al menos así lo fue durante muchos siglos. Es un plato muy popular, de origen campesino, que suele acompañar carnes y pescados. Parecido a la polenta italiana se trata de una especie de gachas hechas a base de harina de maiz sin refinar que le otorga su inconfundible color amarillo. Suele aderezarse con queso de oveja y/o con smântână. Las formas de cocinarla varían, hay quienes la prefieren más blanda con la consistencia de una papilla o quienes la prefieren más sólida en cuyo caso se suele cortar con la mano como si de un pan se tratara o según la forma tradicional con una cuerda o hilo grueso.
Mici: Los mititei o mici, literalmente “los chiquitines” y la cerveza no faltan en ninguna celebración campestre rumana. Su inconfudible olor y chisporroteo en las barbacoas marcan la llegada del buen tiempo. Son unos rollitos de carne de oveja, cerdo y ternera condimentadas con ajo y una mezcla de especias (tomillo, pimienta negra y jamaicana, anís, comino y coriandro) que se hacen a la brasa como los pinchos morunos. Es otro de los preparados que se encuentra en varios países de la zona con ligeras variaciones. La guarnición clásica rumana para los mici son patatas fritas, encurtidos (pepinillos y/o pimientos) y mostaza picante o dulce.
Papanaşi: Uno de los postres típicos rumanos que merece la pena probrar. Los papanaşi, pronuciado “papanás”, son unas rosquillas rellenas de queso de vaca dulce que se sirven con smântână, melaza o mermelada de frutas rojas (cerezas, frutas del bosque, fresas) y azúcar glas. El modo de presentación difiere pero en los restaurantes es típico que te los sirvan con una pequeña bolita de la misma masa de la que están hechos coronando el preparado lo que, junto a la smântână, le confiere un aspecto de muñeco de nieve derritiéndose. Aunque quién se derrite es uno mismo de placer al saborearlos.