NOMBRE COMPLETO: Rumanía 

CAPITAL: Bucarest 

FORMA DE GOBIERNO: República  

SUPERFICIE: 238.391 km2

HABITANTES: 19.405.000 habitantes 

IDIOMA OFICIAL: Rumano (de origen latino). Minorías emplean húngaro, alemán y romaní. 

RELIGION: Hay una mayoría ortodoxa (81,9%), diferentes denominaciones protestantes (6,4%) y una minoría católica (4,3%), así como reducidas comunidades musulmanas y judías.

MONEDA: Leu

ELECTRICIDAD: Voltaje común es 230 V. La frecuencia es 50 Hz.  

 

Algunos datos interesantes sobre Rumanía:

  • Rumanía cuenta con el edificio público más grande del mundo: El Palacio de Parlamento de Bucarest, también conocido como la Casa del Pueblo. Fue construido por Nicolae Ceausescu. Y es el segundo edificio más grande del mundo después de El Pentágono. 
  • Timisoara, una de las ciudades más bellas y vibrantes, fue la primera ciudad europea en ser iluminada por farolas eléctricas, allá por 1884.
  • Una de las rumanas más conocidas es la gimnasta Nadia Comaneci, quien consiguió la primera puntuación perfecta en unos Juegos Olímpicos.
  • Es el cuarto país con mejor velocidad 4G del mundo, despues de Hungria, Corea del Sur y Singapur. 
  • La Leyenda del Conde Drácula se inspiró en un personaje real: el sanguinario Principe Vlad, originario de Transilvania, quien se dice que vivió en el Castillo de Bran, uno de los lugares más emblemáticos del país. 

 

Principales zonas turísticas y lugares de interés:

  • Castillo de Bran y la leyenda de Drácula: Hay pocos países donde una leyenda domine casi por completo su imagen turística. Es lo que le pasa a Rumanía con Drácula. Y el lugar clave de todo es el castillo de Bran, con sus torres y almenas, dominando un puerto de montaña de Transilvania, rodeado de bosque y niebla. Su exterior es digno de una película de terror pero el interior es de todo menos espeluznante, con paredes blancas y un patio decorados de geranios. Cuenta la leyenda que Vlad el Empalador (quien inspiró el personaje del conde Drácula) estuvo encarcelado aquí y los turistas siguen sus pasos a través de un conjunto de patios y pasadizos secretos. El castillo de Drácula estuvo abandonado durante muchos siglos hasta que en 1920 se cedió a la reina consorte María de Rumanía como agradecimiento a sus esfuerzos por mantener unido al país; de hecho, en la fortaleza hay más información sobre la reina que sobre el personaje creado por Bram Stoker. Cada vez hay más casas y pensiones para dormir en Bran, aunque la mayor parte de los visitantes solo van a pasar el día desde Brasov. 
  • Monasterios de Bucovina: Escondidos en la vertiente oriental de los Cárpatos, los monasterios pintados de Bucovina, declarados patrimonios mundial, son un ejemplo de la tradición ortodoxa con toques latinos de Rumanía. Son de lo más original en la cristiandad y sus frescos reviven desde pasajes bíblicos hasta el asedio de Constantinopla en el siglo XV. Los monasterios fueron construidos en su mayoría por orden del príncipe Esteban el Grande (Stefan cel Mare), que posteriormente fue canonizado. En total son media docena de monasterios, repartidos a lo largo de una extensa franja de Bucovina, caracterizados sobre todo por sus coloridos frescos exteriores, mucho de los cuales han conseguido sobrevivir relativamente intactos a los duros inviernos de la región. Muchos de estas iglesias tienen también pequeños museos. Los principales son los monasterios de Arbore (en colores verdes), Humor (en colores rojo y marrón), Voronet (en azul), Moldovita (amarillo) y Sucevita (verde).
  • Humedales: Tras recorrer 2.800 kilómetros a través de Europa y cruzar numerosos países, el Danubio crea enormes humedales en el este de Rumanía antes de desembocar en el mar Negro. En la localidad de Tulcea el río se divide en tres brazos principales, dando origen a una extensión de 4.000 kilómetros cuadrados de marismas, islotes de juncos y bancos de arena. Bajo la protección medioambiental de la Reserva de la Biosfera del Delta del Danubio, la región se ha convertido en un refugio para peces y aves. Es un lugar fantástico para ornitólogos, pescadores y todo el que se quiera escapar del mundanal ruido. Se pueden pueden avistar especies como la carraca europea, el pigargo europeo, la garceta grande e incluso uno o dos abejarucos. La ciudad portuaria más grande del delta es Tulcea, desde donde parten numerosas excursiones en barco que recorren este vasto humedal, y cuyo somnoliento puerto de Sulina es su principal atractivo.
  • Maramures: es para muchos viajeros, la región más bella de Rumanía. Es, también, la más tradicional, salpicada de iglesias de madera y granjas con puertas delicadamente labradas. Uno tiene la sensación de retroceder 200 años a bordo de una rudimentaria máquina del tiempo. Entre praderas, poblada por campesinos vestidos de manera pintoresca, es como sumergirse un cuento de los hermanos Grimm. Esto es el corazón de la Rumanía medieval y folklórica, donde sobrevive la última cultura campesina de Europa. Como agujas negras que despuntan en las laderas boscosas del norte de Rumanía, las iglesias de madera de Maramures son. a la vez, austeras y hermosas, con tejados de tablillas y ajados campanarios de estilo gótico. Sus exquisitos interiores lucen frescos de temática bíblica, algunos de ellos originarios del siglo XIV. Los domingos, los lugareños se visten de manera tradicional para asistir a misa, por ejemplo a la iglesia rural de Budesti, también de madera, una de las más bonitas (y grandes) de Maramures. Una de las visitas más clásicas en la zona es pasear entre las coloridas y simpáticas lápidas de madera pintada del cementerio de Sapanta: cada una cuenta una historia, una labor tradicional de la zona.
  • Bucarest: es una ciudad dinámica y divertida donde los vestigios del comunismo conviven con el capitalismo más desenfrenado. Muchos viajeros solo pasan una noche en la ciudad, de paso hacia Transilvania o los Cárpatos, pero merece la pena dedicar un poco más de tiempo para ver sus modernos cafés, algunas iglesias ortodoxas, las elegantes villas art nouveau y algún vestigio comunista sorprendente, como el Palacio del Parlamento. 

Geografía:

  • La geografía de Rumanía está fuertemente marcada por los Cárpatos, el Danubio y el mar Negro: en la parte central del país, las montañas están dispuestas en forma de arco y ocupan el 31% de la superficie total; las colinas y las mesetas ocupan el 33%, y las planicies del sur y del oeste, donde se cultiva trigo, maíz, centeno, remolacha, patatas y frutas, el 36%.
  • La cumbre más alta de los Cárpatos es el pico Moldoveanu (2.544 m). Dicha cordillera bordea la meseta de Transilvania y está rodeada, a su vez, por cadenas de colinas. En el sureste, entre el Danubio y el mar Negro, se encuentra la meseta de Dobrudja, que limita al noreste con el delta del Danubio.
  • Los ríos rumanos se extienden en forma radial desde los Cárpatos y la mayor parte de sus aguas vierten al Danubio. Entre los ríos principales se cuentan el Mures, el Olt, el Prut, el Siret, el Ialomita, el Somes y el Arges.

Historia:

El territorio de la actual Rumanía estuvo habitado durante miles de años por varias tribus del Neolítico y la Edad de Bronce, como los cucuteni, que prosperaron del 6000 al 3500 a.C. y dejaron una hermosa cerámica.

Hacia el s. VII a.C., los griegos fundaron colonias comerciales por el mar Negro en Callatis (Mangalia), Tomis (Constanza) e Histria. En el s. I a.C., las tribus dacias constituyeron un estado liderado por el rey Burebista, para contrarrestar el poder del Imperio romano. El último monarca dacio, Decebal [87-106 d.C.], consolidó el estado pero fue incapaz de repeler los ataques del emperador Trajano entre los años 101 y 102 d.C., y Dacia terminó por convertirse en una provincia romana.

Tras la derrota de los turcos en la Batalla de Mohács en Hungría, en 1687, la región de Transilvania pasó a manos de los Habsburgo, mientras que buena parte de Valaquia y Moldavia permanecieron (con cierta autonomía) bajo el poder otomano.

El s. XVIII marcó el comienzo de la lucha de los rumanos transilvanos por su emancipación política. En 1784, tres siervos llamados Horea, Cloşca y Crişan encabezaron una gran sublevación contra el dominio húngaro. El levantamiento fue sofocado y dos de sus instigadores, ejecutados. Pero no todo fue en vano: en 1785, el emperador Habsburgo José II abolió la servidumbre en Transilvania (por entonces húngara).

El s. XVII en Valaquia, bajo el reinado de Constantino Brancovan [1688-1714], fue un período de renacimiento cultural. En 1775, Bucovina, parte del territorio norte de Moldavia, fue anexionada por el Imperio austrohúngaro, y, en 1812, Rusia le arrebató el territorio oriental de Besarabia (gran parte del cual integra la actual República de Moldavia). Tras la guerra ruso-turca de 1828-1829, Valaquia y Moldavia se convirtieron en protectorados rusos, pese a, en teoría, pertenecer al Imperio otomano.

Rumanía salió bastante beneficiada de la I Guerra Mundial. Pese a haber firmado una alianza secreta con el Imperio austrohúngaro en 1883, Rumanía empezó como país neutral. En 1916, tras recibir presiones de los aliados occidentales, el Gobierno rumano declaró la guerra al Imperio austrohúngaro, siendo el premio la anexión de Transilvania.

La derrota del Imperio austrohúngaro en 1918 allanó el camino para la creación de la Rumanía moderna. Por medio de acuerdos, el país consiguió anexionarse Besarabia (la región al este del río Prut perteneciente a Moldavia hasta 1812), así como la parte de Bucovina que había sido arrebatada por los austrohúngaros en 1775, una porción del Banato y, finalmente, Transilvania. Tras el fin de las hostilidades, Rumanía había más que duplicado su territorio y su población (de 7,5 a 16 millones de hab.). La adquisición de nuevas tierras se ratificó en 1920 en virtud del Tratado de Trianon, motivo tradicional de resquemores entre los húngaros.

En los años que precedieron a la II Guerra Mundial, Rumanía intentó aliarse con Francia y Gran Bretaña, y se unió a Yugoslavia y Checoslovaquia en lo que se conoció como la “Pequeña Entente”. Asimismo, firmó el Pacto de los Balcanes con Yugoslavia, Turquía y Grecia, y reestableció las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Estas iniciativas se vieron socavadas por la política de apaciguamiento ante Hitler promovida por las potencias occidentales y por el propio Carlos II de Rumanía, sucesor de su padre, Fernando I. Los partidos de extrema derecha se opusieron a la creación de un régimen democrático, en particular la Liga Antisemita de la Defensa Nacional Cristiana, germen de la Legión de San Miguel Arcángel en 1927. Esta notoria facción disidente, más conocida como la Guardia de Hierro, de ideología fascista, estaba liderada por Corneliu Codreanu, y hacia 1935 dominaba el panorama político nacional.

A finales de 1989, mientras el mundo contemplaba la caída de un régimen comunista tras otro, parecía solo cuestión de tiempo que le llegara el turno a Rumanía. Pero la Revolución rumana se llevó a cabo con pasión e intensidad latinas: de todos los países del bloque soviético, fue el único donde la transición del gobierno implicó la ejecución del líder anterior. Los acontecimientos se precipitaron el 15 de diciembre de 1989, cuando el padre László Tökés condenó públicamente al dictador desde su iglesia húngara de Timişoara, instando a la Iglesia reformada de Rumanía a derrocarle. Fueron en vano los intentos de la policía por detener a los feligreses que se manifestaban y, en cuestión de días, la agitación se había extendido por toda la ciudad, con un balance de 115 muertos. Ceaucescu aplicó la ley marcial en el barrio de Timiş y desplegó tropas para sofocar la revuelta. El momento decisivo tuvo lugar el 19 de diciembre, cuando el Ejército se puso del lado de los manifestantes en Timişoara.

El 21 de diciembre, opositores a Ceaucescu interrumpieron en Bucarest un discurso de este ante manifestantes afines con abucheos y al grito de “¡Timişoara!”. Este momento suele considerarse un punto de inflexión clave en la historia del país: los opositores se retiraron a un gran bulevar entre Piaţa Universităţii y Piaţa Romană y, 2 h después, fueron atacados por la policía. Empapados por el agua de las mangueras, levantaron barricadas ante la mirada de la prensa occidental que se hallaba en el cercano Hotel Inter-Continental. A las 23.00, la policía comenzó el asalto con un tanque al frente, y al anochecer, la plaza se encontraba limpia de desperdicios y de cadáveres de insurrectos. Los cálculos varían, pero como mínimo fueron asesinadas 1033 personas.

A la mañana siguiente, miles de manifestantes tomaron las calles y se decretó el Estado de emergencia. En torno al mediodía, Ceaucescu reapareció en el balcón de la sede del Comité Central para tratar de arengar a las masas, pero tuvo que huir en helicóptero. El matrimonio fue detenido cerca de Târgovişte y llevado a una base militar cercana. El 25 de diciembre fueron condenados por un tribunal anónimo y fusilados. En la televisión emitieron imágenes de sus apartamentos de lujo en las que podían verse balanzas de cocina de oro macizo y, en el dormitorio de Elena, hileras de zapatos tachonados de diamantes.

Aunque estos acontecimientos respondían a las características de una revuelta popular, muchos estudiosos sostienen que fueron consecuencia de un golpe de Estado, pues el Partido Comunista, cansado de acceder a las exigencias de Ceaucescu, llevaba meses planeando su deposición. Tras la caída del dictador, enseguida ascendieron al poder miembros de la cúpula comunista, que se autodenominaron “Frente de Salvación Nacional” (FSN). Así pues, no fue hasta el 2004 que el país estuvo gobernado por un presidente que no hubiera sido antes alto cargo del Partido Comunista.

El futuro se antojaba muy incierto en los turbulentos años inmediatamente posteriores a la Revolución de 1989. El FNS no tardó en ponerse al frente del país. En mayo de 1990 ganó las primeras elecciones democráticas desde 1946, elevando a la presidencia a Ion Iliescu, miembro del PC desde los 14 años. Se produjeron protestas, pero Iliescu envió 20 000 mineros para reprimirlas violentamente. Pese a todo, fue reelegido en 1992 como líder de un Gobierno de coalición, esta vez bajo la bandera del Partido Socialdemócrata (PSD). Nuevos nombres, idénticas políticas: nada inducía a pensar en la reforma del mercado. En 1993 se retiraron los subsidios a la comida, el transporte y la energía, lo que propició el aumento de la inflación y el desempleo.

Iliescu fue destituido en las elecciones presidenciales de 1996 por una población empobrecida, que depositó su confianza en Emil Constantinescu, líder del partido de centro-derecha Convención Democrática de Rumanía (CDR). El Gobierno de corte reformista de Constantinescu situó entre sus prioridades la entrada del país en la OTAN y en la UE, junto con aceleradas reformas económicas estructurales, la lucha contra la corrupción y la mejora de las relaciones con los países vecinos, sobre todo Hungría.

Las elecciones de noviembre del 2000 estuvieron salpicadas por los escándalos y la corrupción. En mayo de ese año se desplomó el Fondo Nacional de Inversiones (FNI). Miles de inversores –en su mayoría jubilados que habían depositado los ahorros de toda su vida en los fondos del Gobierno– se echaron a la calle para pedir su dinero (47,4 millones de US$) dilapidado por el FNI.

Tras la negativa de Constantinescu a presentarse a las elecciones del 2000, Iliescu volvió a detentar la presidencia al frente del PSD, esta vez en un Gobierno en minoría con Adrian Nastase como primer ministro. Los comicios del 2004 estuvieron enturbiados por acusaciones de fraude electoral; se celebraron dos rondas de votaciones antes de que el político de centro-derecha y exalcalde de Bucarest Traian Băsescu se impusiera con el 51% de los votos. El líder del Partido Nacional Liberal (PNL), Călin Popescu-Tăriceanu, se convirtió en primer ministro y juró el cargo al consumarse una nueva colación que excluía al PSD.

El principal objetivo del Gobierno fue la integración del país en organismos internacionales, principalmente la UE. En el 2002, Rumanía fue invitada a formar parte de la OTAN, y en el 2007 finalmente se produjo su ingreso en la UE (junto con Bulgaria), tras retrasos relacionados con el historial del país en materia de crimen organizado, corrupción y deficiencias en seguridad alimentaria. Aun así, Bruselas continuó siendo un gran valedor de la causa rumana para su ingreso en la UE y ha concedido miles de millones de euros para mejorar sus infraestructuras, tejido empresarial y servicios sociales, y proteger su medio ambiente.

Băsescu renombró al líder del PDL, Emil Boc, primer ministro en diciembre del 2009, tras lo cual se formó un Gobierno de coalición entre los demócratas-liberales y la Unión Democrática de Húngaros en Rumanía (UDMR). Boc dimitió en el 2012 ante las protestas callejeras y la creciente presión de la oposición para lograr la convocatoria de elecciones anticipadas. Le siguió brevemente en el cargo Mihai Răzvan Ungureanu, posteriormente derrotado por Victor Ponta, líder del PSD, en coalición con el PNL.

La unión de Băsescu y Ponta fue pedregosa. Este último acusó al primero de vulnerar la Constitución, pues, según él, había presionado a los fiscales y abusado del control de los servicios secretos. Băsescu, a su vez, acusó a Ponta de organizar un golpe de Estado. En el verano del 2012, Ponta promovió la convocatoria de un referéndum para destituir a Băsescu. Pero fracasó, pues la participación fue inferior al 50%.

Ponta se vio sacudido por numerosos escándalos y. Băsescu se mantuvo en el cargo hasta el final de la legislatura, en el 2014. Ponta se presentó como su sucesor, pero fue derrotado por el candidato de centro-derecha, Klaus Iohannis. En cualquier caso, la carrera política de Ponta terminó al ser obligado a dimitir en el 2015 tras el incendio de la discoteca Colectiv en el que murieron más de 60 personas.

Iohannis, exalcalde de Sibiu de origen étnico alemán, basó su campaña en el tema de la lucha contra la corrupción y logró el apoyo abrumador de los jóvenes. Su primera medida fue lanzar una ambiciosa campaña contra la corrupción, lo que supuso el encarcelamiento de alcaldes, jueces y empresarios de todo el país.

Cultura: 

  • La cultura de Rumania es rica y variada. Como los mismos rumanos, es definida fundamentalmente como un punto de encuentro entre tres regiones: Europa Central, Europa del Este y la península balcánica, sin poder ser incluida en ninguna de ellas. La identidad rumana se formó sobre un sustrato romano y dacio (este último varía), combinado con otras influencias.
  • Durante la Edad Media, los rumanos fueron influenciados por los pueblos eslavos, por los griegos medievales y el Imperio bizantino, por los turcos otomanos, y, en menor medida, por los húngaros y los alemanes (en Transilvania).
  • La cultura rumana moderna se desarrolló más o menos durante los últimos 250 años, con una fuerte influencia occidental, particularmente francesa, alemana y húngara.
  • Cuando cayó Ceausescu, Francia se sorprendió al enterarse del elevado nivel de conocimiento del idioma francés que tenían los rumanos y por ello acudió inmediatamente en su ayuda con colaboraciones de toda naturaleza.

Gastronomía:

Ciorbă: Es un plato que nunca puede faltar en una mesa rumana, la Ciorbă, pronuciado chorba, es una sopa más consistente que puede llevar pollo, ternera, pescado, verduras. Las sopas suelen acompañarse de una guindilla verde en crudo o encurtida y de smântâna, pronuciada “esmantena” (una nata gruesa y un poco agria con la textura del yogurt). Las más curiosas para los que visitan el país por primera vez son: Ciorbă de burtă (sopa de callos) que contiene trozos de tripas de ternera. Es muy sabrosa y se dice que mano de santo tras una buena noche de fiesta. Ciorbă de perişoare (sopa de albóndigas). Las albóndigas están hechas con carne picada y arroz. Una de las que más gusta a los turistas es la Ciorbă de Fasole cu Ciolan (judias con jamón ahumado o tocino) parecido al potaje de judias pero más caldoso que en algunos lugares se sirve dentro de un pan de hogaza hueco a modo de plato.

Sarmale: El sarmale es el protagonista de las celebraciones rumanas. En Navidad, en Semana Santa, en bodas y bautizos. Es un preparado que suele cocinarse en grandes cantidades y para varios comensales. Es laborioso de preparar pero resulta un plato exquisito. Se trata de una hoja de repollo o vid en salmuera en la que se enrolla, como si de un puro se tratara, una mezcla de arroz, cebolla y carne. Posteriormente los rollos se ponen a hervir en una olla grande tradicionalmente de barro o en el horno dependiendo de la costumbre de cada cual. Se sirven acompañados de mămăligă y smântână.

Mămăligă: La mămăligă puede considerarse el pan rumano o al menos así lo fue durante muchos siglos. Es un plato muy popular, de origen campesino, que suele acompañar carnes y pescados. Parecido a la polenta italiana se trata de una especie de gachas hechas a base de harina de maiz sin refinar que le otorga su inconfundible color amarillo. Suele aderezarse con queso de oveja y/o con smântână. Las formas de cocinarla varían, hay quienes la prefieren más blanda con la consistencia de una papilla o quienes la prefieren más sólida en cuyo caso se suele cortar con la mano como si de un pan se tratara o según la forma tradicional con una cuerda o hilo grueso.

Mici: Los mititei o mici, literalmente “los chiquitines” y la cerveza no faltan en ninguna celebración campestre rumana. Su inconfudible olor y chisporroteo en las barbacoas marcan la llegada del buen tiempo. Son unos rollitos de carne de oveja, cerdo y ternera condimentadas con ajo y una mezcla de especias (tomillo, pimienta negra y jamaicana, anís, comino y coriandro) que se hacen a la brasa como los pinchos morunos. Es otro de los preparados que se encuentra en varios países de la zona con ligeras variaciones. La guarnición clásica rumana para los mici son patatas fritas, encurtidos (pepinillos y/o pimientos) y mostaza picante o dulce.

Papanaşi: Uno de los postres típicos rumanos que merece la pena probrar. Los papanaşi, pronuciado “papanás”son unas rosquillas rellenas de queso de vaca dulce que se sirven con smântână, melaza o mermelada de frutas rojas (cerezas, frutas del bosque, fresas) y azúcar glas. El modo de presentación difiere pero en los restaurantes es típico que te los sirvan con una pequeña bolita de la misma masa de la que están hechos coronando el preparado lo que, junto a la smântână, le confiere un aspecto de muñeco de nieve derritiéndose. Aunque quién se derrite es uno mismo de placer al saborearlos.