NOMBRE OFICIAL: Confederación Suiza

CAPITAL: Berna

FORMA DE GOBIERNO: Estado federal (democracia parlamentaria con instrumentos de democracia directa)

SUPERFICIE: 41.285 km2

HABITANTES: 8.606.000

IDIOMA OFICIAL: Las lenguas oficiales de Suiza son el alemán (62,2% de la población), el francés (22,9%) y el italiano (8%).

RELIGION: Las principales religiones practicadas en Suiza son la católica (35% de la población), protestante (23%), otras comunidades cristianas (7,1%) y musulmana (5,3%). Un 0,3% practica la religión judía.

MONEDA: Franco suizo CHF

ELECTRICIDAD: Voltaje 230V. Frecuencia 50 Hz.

 

Algunos datos interesantes sobre Suiza:

  • Desde 1891, en Suiza se celebra la Fiesta Nacional el 1 de Agosto que conmemora El Pacto Federal 1291. Esta es la fecha mayormente aceptada como nacimiento de Suiza como país, cuando se unen para formar una alianza en común las regiones de Uri, Schwyz y Unterwalden, para protegerse de las aspiraciones territoriales de Rodolfo de Habsburgo, rey de Alemania.
  • Suiza tiene 26 cantones, que son los estados federales de la Confederación Suiza. Varían mucho en tamaño, población y carácter. La idiosincrasia territorial se acentúa más si tenemos en cuenta que tienen cuatro idiomas nacionales: Alemán, Frances, Italiano y Romanche.
  • Suiza no está gobernada por un jefe de Estado, en cambio, cuentan con un consejo ejecutivo de siete miembros que sirven como cabeza colectiva. Un presidente es elegido en “mandatos” de un año en el cargo pero es considerado como  primus inter pares o primero entre iguales y no decide ni propone nada sin los otros.  
  • La mejor época para un viajar a Suiza son los meses más cálidos entre abril y septiembre, cuando el clima es más suave. Durante el verano las lluvias son frecuentes.
  • Para los amantes de los deportes de invierno, el invierno es obviamente el mejor momento, a pesar de que en muchos lugares a gran altura se puede esquiar durante todo el año.

Principales zonas y lugares de interés turístico:

  • Ginebra: es una de las ciudades más importantes de Suiza. Elegida como sede de las organizaciones internacionales más reconocidas a nivel mundial, como ser la FIFA, la ONU o la Cruz Roja, cuenta con varios rincones muy bonitos a orillas del lago Lemán. En el otro extremo, se encuentra el Castillo de Chillon, cuya construcción se remonta al medioevo. Esta fortaleza ha sido la inspiración de numerosos escritores y poetas, como Rousseau, Victor Hugo, Alejandro Dumas o Lord Byron. El castillo junto al lago con la cadena montañosa Dents du Midi, de fondo es uno de los escenarios más bonitos que ver en Suiza.
  • Gruyères: este pueblo conserva un casco histórico medieval por el que no transitan autos. La joya del pueblo no es sólo el famoso queso que lleva el nombre del lugar, sino que es el Castillo cuyo interior se puede visitar y desde el cual se tienen unas preciosas vistas al valle.
  • Friburgo: uno de los mejores lugares para visitar en Suiza. Si bien la protagonista del pueblo es la Catedral de San Nicolás, una forma divertida de perderse por el casco histórico es a través de sus fuentes de origen medieval, como la de San Jorge, la de la Lealtad, la de la mujer Samaritana, la de la Valentía, la de Sansón, la de la Virgen María y unas cuantas más.
  • Zúrich: Esta ciudad se destaca por su arquitectura tradicional medieval, con edificios a orillas del río Limatt, que luego se extienden a lo largo de un precioso lago de aguas azules. Hay que dar un obligado paseo por el casco histórico de la ciudad, y encantarnos la vista con una de sus iglesias más importantes, la Iglesia de la Abadía de Fraumünster, fundada en el siglo IX y cuyas vidrieras llevan el sello de Marc Chagall. A lo largo de su historia, no sólo ha conformado una de las postales más preciosas que hay que ver en Suiza, sino también ha sido de gran importancia en el desarrollo de la ciudad de Zúrich.
  • Shaffhausen: Ubicado al norte del país, casi en el límite con Alemania, se encuentra este pequeño pueblo. Merece la pena recorrer su casco histórico de fachadas renacentistas en el que destaca el Munot, una fortaleza del siglo XVI. Pero visitar las cataratas que se forman en el río Rin es una de las actividades que hacer en Suiza. Son de fácil acceso en transporte público o en bicicleta.
  • El puente de la Capilla: es un puente de madera que atraviesa el río Reuss y une la parte vieja con la nueva de la ciudad de Lucerna. Junto a la Torre de Agua, constituye uno de los monumentos más fotografiados de Suiza. Ambos están en la ciudad desde casi su fundación y de hecho el puente es de los más antiguos de Europa. Al atravesarlo, verás en el techo algunas pinturas que retratan la historia de la ciudad.
  • Zermatt: es una estación de esquí completamente equipada con hoteles y restaurantes de alto nivel. Aquí encontrarán el Monte Cervino, muy conocido por aparecer en los envoltorios del chocolate Toblerone.
  • Interlaken: es una ciudad que se encuentra entre dos preciosos lagos de aguas turquesas. Muchos se acercan hasta aquí porque quieren visitar el Jungfrau, una montaña de 4000 msnm que es Patrimonio de la Humanidad.
  • Basilea: Justo en la frontera con Francia y Alemania, se encuentra la tercera ciudad del país en cantidad de habitantes. La gran cantidad de museos que hay en Basilea, la hace reconocida internacionalmente como una de las ciudades más culturales que hay para visitar en Suiza. No podés perderte el Museo de Arte, el de la Fundación Beyeler, el Tinguely o el de la Música, que también cumple un papel fundamental en Basilea. También tiene algunos museos curiosos, como el de las Casas de Muñecas, el de la Caricatura y el Cómic, y el de Historia de la Farmacia.
  • Grindelwad: por su enclave en la montaña, es de los lugares más lindos que ver en Suiza. Hay infinidad de rutas de senderismo para realizar, algunas más fáciles, otras más difíciles, pero en cualquiera de ellas disfrutarás de unas vistas de ensueño. Podrás ver nieve, hielo e incluso glaciares.
  • Lugano: Esta ciudad al límite con Italia se encuentra a orillas del lago del mismo nombre. Además de disfrutar de la naturaleza y todo lo que Lugano tiene para ofrecer, te recomendamos subir hasta el Monte Bre, desde el cual se tienen unas vistas impresionantes a la bahía y a los Alpes, una de las cosas que sin duda tienes que ver en Suiza.
  • Biosfera de Entlebuch: Esta reserva esta el centro del país y abarca unos 400 kilómetros cuadrados de pantanos, mesetas calcáreas, el pico Schrattenfluh, y flora y fauna autóctona. Es de tal importancia que se encuentra bajo la protección de UNESCO. Se puede recorrer y realizar diversas actividades, como ser trekkings entre unos paisajes de cuento de hadas, o sumergirse en alguno de los balnearios habilitados.

 

Geografía:

  • Se encuentra en una encrucijada y es colindante con algunos de los países más ricos y poblados de la Unión Europea.
  • El 58% de su territorio es terreno montañoso (es el país más montañoso de Europa). Está cubierto por bosques abundantes (30%) y más del 5% de su superficie por lagos (1.280 km2 de la superficie suiza están cubiertos por agua).
  • Sus ríos de montaña son el origen de dos de los mayores ríos de Europa: el Rin y el Eno, afluente del Danubio.
  • Se divide en tres regiones naturales: el Jura, con largas y regulares cadenas montañosas alineadas en el límite noroccidental; los Alpes, con ásperos macizos y montañas que se elevan frecuentemente por encima de los 3.000 y 4.000 m, y la meseta central, donde alternan llanuras y colinas cubiertas de pastos y cultivos.

Historia

  • En el año 58 A.C, los Helvecios, una tribu celta residente en lo que hoy es Suiza, son derrotados por las legiones romanas de Julio Cesar cuando trataban de emigrar hacia el oeste de Francia.
  • Hacia el año 15 A.C, las legiones de Augusto derrotan a la tribu alpina de los Rhaeti (Retios), situada en lo que hoy es la parte oriental de Suiza. En los años siguientes todo el conjunto del territorio suizo se incorporó al Imperio Romano.
  • Tras el final del dominio romano y la incursión de las tribus germánicas sigue lo que comúnmente se conoce como el periodo de la Alta Edad Media. Durante un corto periodo de tiempo, alrededor del año 800, Carlomagno gobernó en gran parte de Europa Occidental, incluida Suiza, pero su imperio se derrumbó rápidamente. Se desarrolla entonces un sistema feudal. Los monasterios conservan la herencia aprendida del latín y desarrollan nuevos métodos de agricultura.
  • 1291 es la fecha tradicional que señala el nacimiento de la Confederación Helvética: las tres comunidades rurales de Uri, Schwyz y Unterwalden, en la Suiza central, se comprometen a crear una alianza permanente (Pacto de Alianza) para proteger sus libertades frente a los señores de la casa de Habsburgo. Una alianza sellada por la firma de un documento que se llamará ‘Pacto Federal’. El famoso Juramento del Grütli forma parte de la leyenda. Supuestamente tuvo lugar en 1307 y las primeras menciones en un texto datan de 1470, es decir, 163 después.
  • 1307 De acuerdo con la leyenda, el gobernador de Habsburgo obligó a Guillermo Tell a que disparara con su ballesta a una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo. La muerte subsiguiente del gobernador a manos de Tell forma parte del mito sobre el nacimiento de la Confederación. En 1499 la Confederación obtiene para sus asociados el derecho implícito de manejar sus asuntos propios, tras derrotar al emperador Maximiliano I de Habsburgo en la Guerra Suaba.
  • Huldrych Zwinglio dirige la Reforma en Zúrich. Zwinglio muere en una batalla contra las fuerzas católicas de la Suiza central en 1531. La Reforma en Ginebra estuvo encabezada por el refugiado religioso Juan Calvino cuya rígida doctrina llegó a influir en las iglesias protestantes de muchos otros países.
  • 1618-48 La Guerra de los 30 años asola gran parte de Europa, pero Suiza logra mantenerse neutral. El cantón de los Grisones, que a la sazón no era todavía miembro de la Confederación, se convierte, por su importancia estratégica, en un campo de batalla entre los ejércitos francés y austriaco-español. El Tratado de Westfalia pone fin a la Guerra de los 30 años y los poderes europeos reconocen oficialmente la independencia suiza.
  • Hacia 1798 lo que ahora es Suiza es ocupada por las tropas revolucionarias francesas y en suelo helvético se libran batallas en las que se ven involucrados los ejércitos austriaco y ruso. Con el respaldo y apoyo de Francia nace la República Helvética, basada en el modelo francés de república parlamentaria centralista. En 1803 El 'Acta de Mediación' de Napoleón restituye buena parte del viejo sistema cantonal tras reconocer que la República Helvética es inviable.
  • En 1815 La independencia y la neutralidad de Suiza son reconocidas en el Congreso de Viena.
  • 1847 Breve guerra civil entre los siete cantones católicos y aproximadamente una docena de cantones protestantes.
  • 1848 Se crea el Estado Federal de Suiza, dotado de un nueva Constitución y un Parlamento Federal.
  • 1863 El empresario inglés Thomas Cook organiza su primer viaje con 'todo incluido' a Suiza, hecho que marca el principio del turismo moderno.
  • 1871 El Primer Concilio Vaticano proclama la infalibilidad del Papa. Más de 400.000 católicos suizos dejan la Iglesia y crean una nueva confesión conocida como la Iglesia Católica Antigua o Veterocatólica.
  • Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial Suiza mantiene su neutralidad.
  • En 1971 Las mujeres suizas consiguen el derecho de voto, aprobado (por los hombres) en un referéndum nacional.
  • 1979 Tras muchos años de presión ejercida por los separatistas y tras ser aprobado en referéndum nacional se crea un nuevo cantón católico de expresión francesa: el Jura. Esa región pertenecía previamente al cantón protestante de Berna, de habla mayoritariamente alemana.

Cultura y curiosidades:

  • Música: Suelen escucharse por lo general los acordeones (Schwyzerörgeli) así como violines, violoncelos, clarinetas y en determinadas regiones también el dulcémele o los trümpi (guimbardas). La música folklórica de los Alpes se desarrolló por la transmisión sin documentos de habilidades y composiciones: durante generaciones, decenios y siglos. La melodía más vieja proviene de Appenzell y fue registrada en el año 1545. Un típico instrumento musical suizo es la trompa alpina, antaño un instrumento de música y de señalización de los pastores así como los numerosos coros de canto a la tirolesa que se iban formando a partir del siglo XIX. Por lo general, Suiza cuenta con una extensa escena de músicos aficionados, ya que prácticamente en cada pueblo hay al menos un coro o una banda de instrumentos de viento.
  • Diversidad: Los suizos se consideran distintos y lo son. Los cuatro idiomas que se hablan en sus territorios (alemán, francés, italiano y el retorrománico del cantón de los Grisones, con sus numerosos dialectos que solo entienden los habitantes de cada uno de sus valles) se traducen en una gran diversidad cultural y de idiosincrasias. Es evidente que el Sonderfall Schweiz (literalmente “caso especial de Suiza”) en un país con tantas diferencias no encaja en un único modelo.
  • Innovación:  tienen desde antiquísimas tradiciones alpinas como la lucha libre y el tiro de piedra, hasta los trabajadores de Google en Zúrich que bajan a la oficina por una barra de bomberos; desde joyeros ginebrinos que fabrican relojes exclusivos con polvo lunar o ceniza del volcán islandés Eyjafjallajökull, hasta treintañeros a la moda que lucen bolsos hechos con lonas de camión recicladas.
  • El eje del deporte, el turismo alpino: Su geografía le confiere una faceta deportiva y justifica el amor de los suizos por las actividades al aire libre. Y también es su gran atractivo turístico. En el S. XIX la época dorada del alpinismo, los picos alpinos cautivaron a los escaladores británicos. Alfred Wills coronó por primera vez el Wetterhorn (3692 m), en las alturas de Grindelwald, en 1854, seguido de una oleada de ascensiones a otras cumbres, como la famosa expedición de Edward Whymper al Cervino en 1865. Esta actividad pionera desembocó en la fundación del primer club de alpinismo del mundo, el Alpine Club, en Londres en 1857, seguido por el Club Alpino Suizo en 1863.
  • Premios Nobel: tienen más patentes registradas y premios Nobel (sobre todo en disciplinas científicas) per cápita que ningún otro país. Albert Einstein desarrolló su teoría de la relatividad mientras trabajaba en Berna (entre 1903 y 1905). El día de Navidad de 1990, internet nacía en Ginebra, en la Organización Europea para la Investigación Nuclear, más conocida como CERN. El genio inventor de la herramienta para compartir información a nivel global fue Tim Berners-Lee. Otros grandes viajes científicos suizos son las revolucionarias investigaciones sobre los glaciares que llevaron a cabo valientes científicos del S. XIX en el glaciar de 23 km de Aletsch (Alto Valais), y el primer “viaje ácido” (con dietilamida de ácido lisérgico, LSD) en el que se embarcó sin querer el químico Albert Hofmann en Basilea en 1943.
  • Heidi y la literatura: Gracias a una película de Shirley Temple de la década de 1930, la novela Heidi, de Johanna Spyri, se convirtió en la obra más famosa de la literatura suiza. La historia de una huérfana que vivía con su abuelo en los Alpes suizos, y a la que luego se le obligó a vivir en la ciudad, es de un sentimentalismo descarado y atípico en las letras suizas, que se caracterizan más bien por su seriedad y un cierto pesimismo. Otro ejemplo de la literatura suiza es Hermann Hesse (1877-1962), nacido en Alemania pero nacionalizado suizo. Este Premio Nobel fusionó el misticismo oriental con la psicología de Ernst Jünger para defender la teoría de que la civilización occidental está condenada a menos que el ser humano recupere su propia y esencial humanidad, como expone en Siddhartha (1922) y El lobo estepario (1927). En novelas posteriores, como El juego de los abalorios (1943), explora la tensión entre la libertad individual y los controles de la sociedad. Ich bin nicht Stiller (No soy Stiller; 1954), del zuriqués Max Frisch (1911-1991), es una historia oscura y kafkiana de identidades equivocadas. Resulta más accesible Friedrich Dürrenmatt (1921-1990), muy prolífico en el género de la novela negra. Enrique el Verde (1854), de Gottfried Keller (1819-1900), es un relato sobre los recuerdos de un estudiante de Zúrich y está considerada una obra maestra de la literatura germánica.

Comidas

  • La cerveza: fluye sobre todo en la Suiza de habla alemana, pero son los amantes del vino los que se llevan la mejor parte.
  • El queso: Ante todo, hay que aclarar que no todos los quesos suizos tienen agujeros. El emmental, el queso duro del valle del Emme (al este de Berna), sí los tiene, al igual que su primo el tilsiter, del mismo valle. Pero la mayoría de los 450 tipos de queso (käse en alemán, fromage en francés, formaggio en italiano) de Suiza carecen de agujeros, p. ej., el conocido queso gruyère, elaborado en el pueblo de Gruyères, próximo a Friburgo, o el aromático appenzeller que se emplea en unos platos igual de sabrosos y olorosos en el pueblo homónimo de la Suiza Nororiental, o el sbrinz, el queso duro más antiguo de Suiza y antepasado transalpino del parmesano italiano, madurado durante 24 meses para conseguir ese sabor tan característico: se come tal cual, en láminas finas tipo carpaccio o rallado sobre los espárragos de primavera. Otro queso típico que no tiene ni un solo orificio es el Tête de Moine (literalmente “cabeza de monje”) del Jura, fuerte y con sabor a nueces, que se corta en virutas con un movimiento circular realizado con un instrumento especial llamado girolle (un regalo perfecto para llevarse de vuelta; se encuentra en supermercados). También es único L’Etivaz que, siguiendo una tradición alpina antiquísima, solo se hace en los altos pastizales veraniegos de los Alpes vaudoises (del cantón de Vaud). Mientras las vacas pastan afuera, en el interior de sus centenarios chalets d’alpage (cabañas de montaña) los pastores calientan la leche de la mañana en un caldero de cobre típico sobre un fuego de leña. Este producto de temporada, con Appellation d’Origine Contrôllée (AOC o denominación de origen controlada) solo puede confeccionarse entre mayo y principios de octubre con leche de vacas que hayan pastado en la montaña y a una altitud comprendida entre los 1000 y los 2000 m. Por supuesto que no es el único queso que se hace a gran altura y con métodos tradicionales; cuando se pase por el Valais, los Alpes berneses, Tesino y otras zonas rurales en verano, hay que fijarse en las señales que indican granjas aisladas donde elaboran y venden fromage d’alpage (queso de pastos alpinos, hobelkäse en alemán, formaggio d’Alpe en italiano).
  • La carne: El almuerzo suizo por antonomasia es tomar una fuente de carne de buey seca, una verdadera exquisitez de los Grisones que se ahúma, se corta en finas lonchas y se sirve con el nombre de Bündnerfleisch. Se aconseja comerla sola o en Capuns, un guiso consistente de masa Spätzli con carne de buey seca, jamón y hierbas, que se corta en pedacitos, se envuelve en espinacas y se mezcla con más Spätzli (un cruce germánico entre la pasta y las bolitas de masa). Las mismas lonchas finas de viande séchée (carne seca) se sirven como tapa en el Val d’Hérens, un valle maravillosamente remoto del Valais de tierras fértiles donde pastan las vacas negras Hérens y los gourmets locales cocinan un filete de carne de Hérens tiernísimo, servido de todas las formas imaginables. Los restaurantes Au Vieux Mazot de Evolène y Au Cheval Blanc de Sion son dos sitios sencillos pero magníficos para probar esta carne local.
  • Salchichas: Al ir hacia el este, las Würste (salchichas) se convierten en las protagonistas del almuerzo. Lo típico es servirlas con el plato estrella suizo-alemán: el rösti (aunque no lleve huevo ni cebolla, recuerda a la tortilla de patatas aunque mucho más compacta, porque se fríe en una sartén), a veces coronado con un huevo frito. En la Suiza francófona lo fríen en aceite, mientras que los suizo-alemanes utilizan mantequilla o manteca de cerdo. Es un plato corriente y barato, pero hay que probarlo en los restaurantes de montaña auténticos; las versiones envasadas al vacío que venden en los supermercados no son comparables. Frita hasta quedar crujiente, a menudo en un horno de leña, la patata troceada se mezcla con setas de temporada y pedacitos de beicon para crear un almuerzo perfecto, que solo se acompaña con una sencilla ensalada verde.
  • Pescados: El pescado es la especialidad de las poblaciones situadas a orillas de lagos. Los filetes de perca (perche en francés) y de corégono (féra) son muy corrientes, pero que nadie piense que todos los filets de perche anunciados en las pizarras de todos los restaurantes del lago Lemán proceden del lago; la mayoría de los cocinados en sus orillas, Ginebra incluida, vienen congelados del Europa del Este.
  • Postres fabulosos:
  • El eau-de-vie de Berudge: se hace con las ciruelas Berudge cultivadas en las laderas del monte Vully, en el cantón de Friburgo, y las cerezas de los alrededores de Basilea acaban en el denso jarabe de Chriesimues y en el dulce kirsch –el ingrediente que da a la exquisita Zuger Kirschtorte (tarta de cereza hecha con masa, galleta, pasta de almendras y crema de mantequilla, todo regado con aguardiente de cereza) de Zug ese toque tan especial.
  • El kirsch suizo: genuino cada vez es más difícil de encontrar, pues los agricultores sustituyen las antiguas variedades de cereza por equivalentes modernas menos aromáticas. El zumo de manzana o de pera se hierve a fuego lento 24 horas para hacer el vin cuit (un concentrado denso que se utiliza en tartas y otros postres de frutas) de Friburgo y el raisinée de Vaud; el Buttemoscht es un equivalente menos común elaborado con los frutos del escaramujo o rosal silvestre.
  • La pera Botzi: que se cultiva por Gruyères es tan exquisita que tiene su propia denominación de origen. Se puede comer tal cual sale del árbol o acompañada de la crème de Gruyères, una crema densísima, que se suele comer con cucharada y acompañada de merengues muy dulces. Las cuisses de dame (muslos de dama) son unos buñuelos fritos con azúcar de forma alargada, que se encuentran en los cantones francófonos junto a las amandines (tartas de almendra). Aparte del omnipresente Apfelstrudel (tarta de manzana), generalmente servido con salsa de vainilla líquida, en los cantones germánicos cocinan los Vermicelles, un invento con crema de castañas que recuerda vagamente a los espaguetis.